Convento de São Salvador de Vilar de Frades


En el municipio de Barcelos, parroquia de Areias de Vilar, a pocos metros del río Cávado y a los pies del Monte Airó, se encuentra el Monasterio de los Lóios o Santuario de São Salvador de Vilar de Frades. 

Es monumento nacional portugués desde 1910, y lo primero que vemos al llegar es un gran recinto que en su parte derecha ahora está ubicada la Casa de Salud de San José de enfermos mentales, que antes formaba parte del gran convento y donde podemos ver uno de sus claustros.

​En sus inicios fue un monasterio benedictino y pertenece a la Congregación de los Canónigos Seculares de San Juan Evangelista.


Una vez atravesamos el muro de entrada, cuya puerta está coronada con un nicho con la imagen de S. Lorenzo, destaca su iglesia con pórtico manuelino de la fachada principal, con una sola torre, y otro pórtico restaurado del monasterio original. Una mezcla de estilos que se fueron fraguando a través de sus reconstrucciones que más adelante iremos viendo.


En la entrada principal se encuentra una pequeña sala donde se ubica el guardia de seguridad, que aunque parezca increíble, es el que hace de guía en las visitas y cobra las entradas, 2€ por persona.

Tras una breve charleta con él, en la que nos cuenta sus precarias condiciones de trabajo, comenzamos la visita hacia la Sala Capitular o antigua sacristía, en la que podemos ver una decoración exquisita y se conservan varios muebles de madera de muchos años de antigüedad.


A continuación vamos hacia el Claustro

Aquí veremos la huella de varios estilos debido a las reformas sufridas en todo el edificio. El Claustro está ubicado entre los dormitorios y la iglesia, data del siglo XIV, reformado en 1555 y en 1597 se colocó una fuente de mármol en el centro que contaba con cuatro caños de salida de agua con un estanque cuadrado y a través de canalizaciones de piedra, el agua era aprovechada en la cocina y para el riego de la huerta. En la actualidad se desconoce su paradero.


Cuenta la leyenda que aquí estaba situada la tumba de un Santo Abad a la que acudía mucha gente en busca de curas milagrosas. Se cuenta que cada vez que un animal pasaba por encima de dicha tumba, quedaba con una pierna lisiada para siempre.

A finales del siglo XVIII se instala otra fuente "chafariz" que desde 1967 podemos ver en el Largo da Porta Nova, frente a la Iglesia de Bom Jesus da Cruz.


Del siglo XVI es el edificio que vemos al este que alberga algunos dormitorios como el que está encima de la bodega, que aún existe, el de "Vale de Cavalinhos" de piedra de cantería y más amplio, el dormitorio grande (al lado de la huerta), el dormitorio del balcón, así como las instalaciones del Colegio de Filosofía y Teología, un comedor nuevo y una cocina.


Ahora vamos a conocer la Iglesia

Tiene planta de cruz latina de una sola nave, separada de cinco capillas laterales por cada lado que están comunicadas entre ellas y separadas de la nave central por una barandilla de madera, que datan de 1658.


El altar mayor es de 1697 con un retablo de los maestros Antonio Gomes y Domingos Nunes, con un estilo propio de la época, llamado "estilo nacional".

La luz es aprovechada con sus grandes ventanales y destacan su abovedado, ménsulas y arcos de crucería. Las ventanas de las capillas fueron tapiadas para instalar los retablos barrocos actuales.

Nos ha llamado la atención los curiosos confesionarios, que son de madera y plegables.


Otra parte que destacar es el coro y su gran sillería, que aunque bastante falto de mantenimiento, todavía se puede observar la grandeza del conjunto.
También data del siglo XVI aunque renovado en el XVII, añadiéndole respaldos, estantes, gradas y tribuna para el órgano.


El órgano es otro plato fuerte. Sucumbe a duras penas conservando su gran porte.



En la parte alta de las capillas laterales se construyó una biblioteca, derribada en 1630, y estaban los antiguos dormitorios de los monjes hasta la construcción de los nuevos en 1572.


Las capillas estaban cubiertas de azulejos del siglo XVI, que en su gran mayoría fueron expoliados, aunque algunas partes han sido recuperadas y se exhiben en una de las salas anexas.


El guía nos dirige de nuevo al claustro para conducirnos a través de unas escaleras y una parte alta del mismo renovada, a unas salas reformadas para dar clases de catequesis. 

No todas las estancias del convento son visitables debido al mal estado en el que se encuentran, pero de lo que hemos visto, concluimos la visita con la sensación de decadencia en la que se encuentra a pesar de haberse reconstruido algunas zonas. Se denota a cada paso el gran poder que ejerció en la época.

Forma parte de la Ruta del Patrimonio del Norte de Portugal - Monumentos e Museus no Entre Douro e Minho - junto al Monasterio de Tibães, el Museu Biscainhos, el Mosteiro de Pombeiro, Museu D. Diego de Sousa, Museu de Alberto Sampaio, Paço dos Duques de Bragança y el Castelo de São Mamede de Guimarães.


Historia:

El monasterio benedictino de Vilar de Frades fue fundado en el año 566 por el obispo S. Martinho de Dume. Tras las invasiones musulmanas del 714, se produce su total ruina, lo que llevó a su reconstrucción en 1070 por encargo de D. Godinho Viegas bajo la jurisdicción de la Orden Benedictina.
En el año 1400 se convirtió en abadía secular y en 1425 se entrega a una nueva congregación dirigida por el Maestro João Vicente, los canónigos de San Salvador de Vilar de Frailes, conocidos por Lóios. Éstos lo reformaron con el apoyo recibido de la Santa Sede y anexionaron 13 iglesias al convento hasta 1510.
De la primitiva construcción queda solo el pórtico con sus tres arquivoltas ornamentadas y restos de la torre sur.
A partir del siglo XVI se producen varias obras de ampliación y reconstrucción que alteran bastante la estructura original del monasterio románico. De esta fecha es una segunda torre al norte, los dormitorios, el comedor, la cocina, la biblioteca y el claustro, y en el interior, la sillería del coro, el órgano y el retablo del altar mayor de la iglesia.
Tanto la iglesia como su fachada principal, sufrirían nuevos cambios en el siglo XVIII.
El revestimiento azulejado de las paredes de la iglesia data de 1742.
Las baldosas cerámicas, que se habían cuarteado, y que habían sido colocadas en 1632 por el Rector P. Gaspar dos Anjos se levantaron y se utilizaron como material de construcción en otros lugares.

Entre 1698 y 1705 continuaron las obras en los dormitorios, el cementerio de la iglesia y el patio de las partes superiores.
Las obras estuvieron paradas mucho tiempo hasta que en el siglo XVIII, se concluye el abovedado de la iglesia, las celdas, la enfermería y hospedería.

En 1779 se instaló una escuela de primeras letras. 
A finales del siglo XVIII, Vilar de Frades tenía un amplio poder económico en la zona, eso lo podemos observar hoy en día viendo toda la extensión de terreno y viñedos que rodean el convento y eran de su propiedad. 
El convento pasó a manos del Estado en 1834 y vendido en pública subasta. En 1898 un gran incendio redujo a cenizas gran parte de las instalaciones, dejando en pie apenas las paredes de las cuatro alas.
El propietario del edificio, Joaquim Domingos Ferreira Cardoso, procedió a su reconstrucción.

Localización:



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