También es conocido como "Molino de viento de Samil" por su ubicación, y a pesar de ser de titularidad privada, se puede acceder hasta él entre viviendas por el camiño da Quintela.
El pequeño promontorio donde se encuentra recibe el nombre de "Castro do Outeiro", precisamente porque ahí estaba datada la existencia de un yacimiento anterior a la época romana. Al igual que sucede con otro molino de viento desaparecido, como es el de Punta Muíño en Alcabre que también estaría situado cerca de un poblado castrexo.
Accediendo hasta él podemos observar que aún conserva parte de los muros de su estructura cilíndrica, puerta de acceso, piedra de moler en su interior y otra tirada en la entrada. Y con unas buenas vistas hacia parte de Samil y la desembocadura del río Lagares.
Según he podido constatar por la Asociación Buxa de Patrimonio industrial gallego, fue construido a finales del siglo XIX y abandonado a mediados del XX. Perteneció a Benigno Prado y después a la familia Leirós.
Constaba de una sola planta, su cubierta sería cónica probablemente de teja y tenía velas de lienzo para recoger el viento y hacer girar las aspas dispuestas sobre un eje horizontal con engranajes hacia un eje vertical que movía la muela y poder moler los cereales.
Normalmente en este tipo de molinos, las aspas se podían girar para orientarlas hacia el viento y aprovechar mejor la energía, y como en los ejemplos que tenemos en Catoira, al ser de eje fijo sin posibilidad de orientación, se les ponía el sistema de doble palas para servirse del viento de ambos lados.
Con multitud de molinos de agua como los de Zamáns, Oia o Valadares que han sido rehabilitados y puestos en valor, es una gran pena que en este caso no se haga nada al respecto, incluso ni siquiera está declarado BIC (Bien de Interés Cultural).
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