Castro de Montealegre

En la Península del Morrazo, esta vez nos acercamos a la parroquia moañesa de Domaio para descubrir un poblado de la Edad de Hierro que estuvo a punto de desaparecer en varias ocasiones víctima del progreso.

Hablamos del Castro de Montealegre del que se sabe que estuvo habitado desde el siglo VIII a.C. hasta el  I d.C., y según confirman los expertos, se trata de uno de los grandes recintos habitados de Galicia anterior a la dominación romana, por detrás de Santa Trega, San Cibrao de Las o Baroña. 


Para llegar hasta él cogeremos el primer desvío a la derecha que nos encontramos en la carretera PO-551 después de la rotonda de Domaio, siguiendo las indicaciones al Monte Faro. A menos de 1 kilómetro ya veremos un reciente portal de acceso en madera con el rótulo del Castro. Ahí dejaremos el coche y tras 250 metros, llegaremos al segundo portal de acceso. 
*Al menos de momento la entrada está así, con portalones metálicos que impiden del paso rodado y la carretera cortada a ambos lados.  

Una pequeña subida de 120 metros por una pista de tierra y llegamos a un mirador hacia la ría de Vigo y el Puente de Rande.


Estamos en la parte alta y por unas escaleras de granito nuevas bajamos hasta la primera fase del yacimiento, ya que el recinto está como dividido en dos partes y en medio está el túnel de la carretera del corredor.


Debemos seguir la dirección de las flechas azules de los postes de madera que marcan un recorrido circular de unos 500 metros de recorrido para contemplar todo el yacimiento.


El castro conserva muralla y un gran foso de delimitación y defensa. La primera ocupación de este asentamiento se sitúa a comienzos de la Edad de Hierro, en torno al s. VIII a. C. De esta primera fase no se conserva ninguna estructura. En el siglo I a.C. el castro experimenta una gran remodelación, que coincide con un momento de importantes transformaciones en la organización social y territorial causada por la progresiva irrupción del poder de Roma. De esta fase serán todas las construcciones que veremos. 


Tenía una extensión de unas 3 hectáreas, se cree que podría llegar hasta el mar  y se calcula que residieron en él unas 300 personas. La zona está muy transformada ahora por todas las obras y destierros que se realizaron para hacer la carretera.

De hecho el castro fue salvado en gran parte gracias a la modificación del proyecto inicial realizado para la construcción del corredor del Morrazo, con un doble túnel a escasos metros del puente de Rande sobre el cual se encuentra el yacimiento. Varias plataformas y vecinos lucharon durante años por su conservación.  


A finales del año 2020 se terminan los trabajos de consolidación y rehabilitación para poder ser visitado, tras una inversión de cerca de 320.000 euros. Las obras fueron llevadas a cabo por la empresa Terraquos que también ha trabajado en la citania de Santa Trega.


Las tareas de puesta en valor consistieron en limpieza de vegetación, reexcavación arqueológica siguiendo las estructuras documentadas en las intervenciones realizadas por Losada Diéguez en los años 1925-1926, consolidación de muros, restauración de elementos dañados, limpieza de petroglifos, acondicionado de áreas de acceso y caminos, señalización con paneles informativos y barandillas de madera y recorrido interior para facilitar la visita.  

Las excavaciones realizadas se centraron en los estratos inferiores que corresponderían al periodo de entre el siglo I a.C. y el I d.C. 


Se conservan unos 10 metros del camino de entrada en perfecto estado. 


En la zona oeste se encontró un gran "concheiro" (basurero de conchas) con restos de moluscos y bivalvos que formaban parte de la alimentación de sus pobladores. 


En el lado norte se halló un manantial de agua excavado en forma de mina conocido como A Cova da Londra, del que se cree que surge la leyenda de que había un túnel que conectaba el poblado con Rande.


Se deduce que sus pobladores tuvieron un importante comercio con productos del Mediterráneo, por restos de vajillas encontrados, recipientes de vidrio, y sobre todo por las ánforas de vino. El poblado se abandona en la segunda mitad del siglo I. d.C.

Hallazgos arqueológicos 

Montealegre fue excavado y estudiado por Antonio Losada Diéguez en una campaña realizada durante los años 1925-1926, documentando sus hallazgos en una publicación. 

En los años 2003-2004 se realiza otra excavación bajo la dirección del arqueólogo Roberto Aboal.

En el año 2016 se realiza una excavación dirigida por el arqueólogo Miguel Vidal con un grupo de 15 personas encargadas de rescatar antiguos sillares del poblado y restos que aparecen en el lugar, siendo recuperadas unas 10000 piezas. 

Se encontró abundante material que prueba su romanización como monedas, ánforas para transportar aceite, vino o salazones fechadas en el año 50 a.C.; utensilios de cocina; una fíbula de bronce en forma de omega; una acus irinalis -aguja que se empleaba habitualmente para sujetarse el pelo en el siglo I a. de C.

Uno de los hallazgos más destacados es sin duda una escultura antropomorfa de granito de unos 60 centímetros de altura que según apuntan los arqueólogos puede tratarse de un guerrero castrexo.

También destacar el hallazgo de una asta de ciervo con más de 2000 años de antigüedad y una moneda con la figura del emperador romano Tiberio.  

Petroglifos del Castro de Montealegre

Dentro del recinto, sobre las rocas podemos ver varios grabados o petroglifos cuya antigüedad es anterior al castro.


El más característico es el conocido como "El degolladero" con unas 115 coviñas distribuidas en grupos.


Fueron declarados BIC en el año 1974.

Mirador do Pión


A unos 800 metros siguiendo la carretera hacia arriba, nos encontramos con este mirador acondicionado con barandilla de madera y bancos, haciendo de balcón a la ría de Vigo. 

Desde aquí tenemos una bonita panorámica de la ciudad de Vigo y parte de su ría. Además podemos disfrutar de la sobra de un carballo centenario (roble).  



Localización:



Bibliografía: 
- Comercio Mediterráneo en el Castro de Montealegre - Alfredo Glez-Ruibal, Rafael Rguez. Mtnez., Roberto Aboal y Virginia Castro. 
- morrazo.org

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