Carpintería de Ribeira - Astillero de Casqueiro en Moaña


En la Calle Concepción Arenal, junto al paseo marítimo y en pleno casco urbano, se localiza el último astillero de barcos de madera que queda en Moaña.
Fue fundado en 1942, está construido a base de madera y cubierta de dos aguas con multitud de troncos de eucaliptos que sostienen su tejado. Del techo cuelga una gamela y su vela blanca inmensa.


Formaba parte del conjunto tradicional de astilleros y carpinterías de ribera, la Carpintería de Eusebio que ha sido derribada en el año 2010. Su concesión databa de 1935 y caducó en el año 2005.

La concesión de este astillero que nos ocupa finaliza en 2018, veremos si corre más suerte que el anterior puesto que hay proyectos de crear el primer museo de Moaña dedicado a la "Carpintería de Ribera y embarcaciones tradicionales".


En 1942 Pedro Riobó  se estableció allí. Desde entonces en la nave se han construidos más de un centenar de embarcaciones.

La tradición se remonta a José Riobó Rúa, abuelo del dueño actual. José compró un terreno del Ayuntamiento y montó allí una carpintería en la que trabajaban sus hijos. Como no era suficiente para alimentar a su familia, se construyó una lancha de pesca y salía a pescar sardinas. Para conservar las redes en buen estado las hervían con cáscara de pino. Una noche quedaron rescoldos encendidos y el fuego se extendió (hoy día el solar está ocupado por la librería Pontillón).

Tras el incendio, solicitaron a la junta de obras del puerto un terreno para poder montar un negocio porque se le habían quemado los aparejos.

Buscando huevas de bacalao de estraperlo en Pontevedra, para utilizarlas para elaborar cebo para las sardinas, Pedro Riobó se cruzó con Víctor Guiance un armador que le encargó su primer barco, O Chibardo, un pesquero de 16 metros. Y ahí empezó la fructífera tarea del astillero de embarcaciones de madera en la posguerra.

Moaña llegó a tener cien barcos y el 90 % salían de aquí. También tenía encargos de Cangas, Cambados, de Vigo e incluso de Huelva. Llegó a construir un barco de 21 metros de longitud, O Conexo.

Durante años, la carpintería de ribera de los Casqueiro fue un floreciente negocio y llegó a tener 20 empleados.
Luego se impuso el poliéster y la fibra de vidrio y los pedidos fueron a menos.

Los astilleros forman parte de nuestro patrimonio cultural, tal como recoge el proyecto de ley del Patrimonio Cultural de Galicia, que tramita ahora el Parlamento de la comunidad autónoma.
En esa norma, las carpinterías de ribeira aparecen como parte de la riqueza etnológica del país, susceptibles por tanto de ser declaradas Bien de Interés Cultural.

Sólo ese hecho ya debería ser motivo suficiente para su conservación, pero además se trata obviamente de un conjunto de valiosos recursos, especialmente ligados a la historia y a la vida de la gente de Moaña, como testimonio de su pasado y presente vinculados a la mar.

Además, forman parte importante de las actividades realizadas por la asociación, especializada en la promoción y conservación del patrimonio marítimo moañés.

En Galicia también cabe citar el taller de Purro, localizado en Bueu que, al correr riesgo de desaparición, fue el único incluido hasta ahora en el Inventario del Patrimonio Cultural de Galicia por la Consellería de Cultura.

De los 110 astilleros inventariados en Galicia, 78 han desaparecido, aunque de buena parte de ellos todavía queda alguna constancia de su existencia. Sólo 32 están todavía activos, según el estudio acometido en el Proyecto Dorna desde el 2010. Esta iniciativa solamente clasifica a diez de ellos como carpinterías de ribeira tradicionales.

*** Actualización ***

En Junio del 2017 un gran incendio casi lo destruye por completo. Según fuentes oficiales todo apunta a que fue intencionado.

Su ubicación exacta:



Más información:
Estudio tipológico de la construcción tradicional de astilleros en Galicia


Referencias:
http://patrimoniogalego.net/
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/2014/09/20/

1 comentario:

  1. Algún "yihadista" dos que solicitaba o paseo marítimo en Moaña, seguramente votante da gaivota rancia, esa mesma que se formou por aquel finado ranqueante Ministro de Turismo do mesmísimo Franco, prendeulle lume ó asteleiro de Casqueiro con perdas irrecuperables para o patrimonio e cultura mariñeira galega.

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