Rihonor de Castilla - Rio de Onor, un pueblo entre España y Portugal


Rihonor de Castilla o Rio de Onor de Portugal, dos nombres para un mismo pueblo separados por una frontera, de una parte estamos en la comarca de Sanabria - España y de la otra en el distrito de Bragança - Portugal.
Está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Portugal y sin duda alguna, un título merecidísimo. A pesar de que todo el tiempo que duró nuestra visita no paró de llover ni un momento, se puede comprobar la belleza que lo envuelve, sus calles empedradas, sus típicas casas de montaña de mampostería con tejados de pizarra, y sobre todo la hospitalidad de sus vecinos que aunque son pocos, son muy amables, serviciales y bilingües, ya que hablan indistintamente español y portugués.

Se encuentra a tan solo 15 kilómetros de Puebla de Sanabria, al sur de la Sierra de la Culebra y desde ahí nos encaminamos para integrarnos en el Parque Natural de Montesinho.

La aldea está atravesada por el río de Onor que en la parte española recibe el nombre de Fontano. Una frontera casi invisible en la actualidad si no fuera por las señales y un hito con el número 408 que separa las dos partes de un todo.


Cuando estalló la Revolución de los Claveles en 1974 se instaló una cadena atravesando la carretera para evitar la invasión de las tropas españolas o para evitar la emigración de portugueses, depende de quien cuente la historia, que se retiraría definitivamente en el año 1990.

Y es que en realidad no son dos pueblos, sus habitantes no lo sienten así, son uno solo, y todo se hizo siempre en hermandad como en un pueblo comunitario. Se comparte horno, molinos, tierras, forja ... y así lo podemos ver en sus letreros todavía como en este caso del "molino comunitario"


donde el río nos ofrece un gran espectáculo con una cascada al lado del área recreativa


En esta zona hay bastante sitio para aparcar y eso hacemos para conocer la parte portuguesa andando entre sus calles. La primera casona que vemos está acondicionada para turismo rural, siendo su rehabilitación exquisita como las demás que veremos más adelante.


Todo guarda su armonía y se respira paz, lo único que nos incomoda es la finísima lluvia insistente que no deja de caer impidiéndonos disfrutar de todo el entorno.

Si buscáis algún bar para tomar algo lo encontraréis en la parte portuguesa, el Centro Cívico es una buena opción.


La "Casa Alta" nos ha parecido preciosa, rehabilitada con esmero cuidando el ejemplo de casa típica de dos plantas con balconada de madera.


"Casa do Touro" es un museo en el que haremos un repaso a la historia y cultura del pueblo. En él comprenderemos mejor la singularidad que lo caracteriza de "comunitarismo" enclavado en el edificio donde estaba el Consejo.

Consta de dos plantas, en la planta baja veremos una exposición de fotografías del pueblo de los años 60, historias contadas por los mismos habitantes, muestras de trajes típicos y máscaras como la "Filandorra". Se pueden poner unas gafas de realidad virtual y transportarnos a la época en que el edificio hacía funciones de corral y tenía su típico toro.

En la planta alta podemos ver como era el funcionamiento del Consejo Popular y el Tribunal de Justicia, así como ver la cadena que cerraba el paso fronterizo, acceder al Centro de Documentos con interesantes fotografías en blanco y negro y ver como era el funcionamiento de la fragua o de la cerradura usada en el pueblo llamada "caravelho".


Cruzamos el único puente que existía para unir ambas partes del pueblo y nos encontramos con más belleza. Aquí al lado hay un viejo lavadero que han reconvertido de una forma muy peculiar. En el gran pilón de piedra existente han instalado pequeños pilones cerámicos individuales modernos con grifo y todo.


No se si decir que esta parte es la que más me ha gustado por estar próxima al río porque la verdad todo lo que hemos visto no tiene desperdicio.

Forja comunitaria

Y llegamos a la iglesia parroquial de San Juan Bautista con espadaña con dos campanas y un gran reloj, que tiene adosado el cementerio


Y llega la hora de comer y hemos quedado para la ocasión en un restaurante de Puebla de Sanabria, por lo que debemos abandonar este idílico lugar, eso sí con ganas de volver con mejor y más tiempo.



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